jueves, 20 de febrero de 2014

"As que valen son as feitas" (Que me quiten lo bailao)

Supongo que depende de la naturaleza de cada uno. Hay gente que se agarra a su rutina como a un clavo ardiendo y no quieren escapar de ella. Para mí la rutina es como la muerte. Un día tras otro, un día tras otro. El despertador suena a la misma hora, te levantas y sigues la inercia de cada día. Baño. Escaleras. Ducha. Desayuno. Coche. Trabajo… yo no puedo con eso. No lo soporto. Es como un peso que va creciendo sobre mis hombros, como brasas que se acumulan sobre mi cabeza. Los gurús de la productividad dicen: Para ser más eficiente debes crear una rutina e ir mejorándola, y así lograrás ser más eficaz en tu trabajo y en tu vida. Sí, más eficaz, pero más triste. Tendrás una vida robótica condenada a la agenda, a las listas de tareas pendientes. Sabrás de antemano todo lo que vas a hacer y evitarás cualquier atisbo de improvisación. Por favor NO. Siempre la misma historia, siempre lo mismo, hasta la saciedad, hasta el aburrimiento, el agotamiento, la desidia y finalmente la inercia ilógica que lo invade todo. Me niego. Una atonía estúpida que lo envuelve todo. ¡Un poquito de Groove! ¡Un poco más de Rock And Roll! Necesito un hueco para la improvisación, para hacer lo que me gusta, para romper el día a día. Hoy quiero sentarme un rato en el sofá a leer el libro de Milan Kundera que me han recomendado, pero tal vez mañana salga el sol y quiera salir a podar los setos, o a jugar con los perros. Necesito salir a la superficie y respirar y dejar por un momento el mundo que me envuelve. Definitivamente, para mí, la monotonía no es una cosa bien hecha.

La inercia es un monstruo que lo invade todo. Seguir adelante sin saber hacia dónde, ni desde dónde, ni hasta cuando. Mantener vivo el rito cuando has perdido el espíritu. La INERCIA es ese monstruo que hace que nada de lo que hay a tu alrededor sea real, hace que llenes tu vida de huecos vacíos que se expanden y ocupan cada vez más y más espacio. Espacio lleno de nada. Y al final cauteriza nuestros sentidos para que no sintamos, apaga nuestro empuje para que no veamos más allá, evita que nos emocionemos con algo para que no nos distraigamos y sigamos pendientes de… de mantener la inercia ilógica que nos devora en una espiral de idiotez supina.

Soy un tipo afortunado. De vez en cuando mis amigos, mis compañeros o mis mentores me invitan a una nueva aventura. Un proyecto, grande o pequeño que me permite evadirme durante un rato.

Estos proyectos, estas aventuras, no son fáciles. Cada vez que me llamar para hacer un curso sé que voy a tener que dedicar horas, trabajo y esfuerzo; cada vez que me llama mi amiga Dina para grabar una canción sé que me van a doler los dedos y que voy a estar un buen rato pensando qué hacer para intentar mejorarla; cada vez que tengo que dar una charla se que me va a temblar la voz y que la noche anterior voy a dormir mal. Pero vale la pena. He encontrado un montón de actividades que me llenan, que me satisfacen, que hacen que me sienta bien y me permiten seguir creciendo en muchos aspectos. No tengo diez mil horas para dedicarles. Nunca voy a ser un guitarrista consagrado, un ponente imponente, un batería de sesiones, o un escritor profesional. Tampoco lo pretendo, pero voy a ser un tipo que disfruta con una guitarra, que de tanto en tanto da una charla, o habla para la radio sobre algún tema, o que puede sentarse a hacer ruido en una batería con algo de criterio. Con eso me llega.

Las aficiones de verdad dan trabajo, necesitas dedicarles tiempo para empezar a disfrutarlas, y muchas veces son caras. Requieren un adiestramiento, un aprendizaje. Las aficiones son ayudan a poner la mente en blanco, a romper con el día a día. Cuando estás sentado en una mesa estudiando durante horas al final te duelen los ojos. Cuando eso ocurre aprendes muy rápido que fijar la vista en un punto lejano te alivia. Hay que dejar que los ojos se acomoden a la lejanía y la vista descansa. Así los estudiantes miran al infinito como una terapia para su cansancio. De la misma manera, a veces, tras estar concentrado en tu tareas diarias, ya seas un gran ponente de congresos, un hombre de oficina, un ama de casa, una jueza o un médico, cambiar el punto de vista y tratar de vislumbrar algo más lejano, más elevado, algo tal vez inalcanzable, va a conseguir relajarte. Vas a conseguir descansar la mente y llenar el corazón de cosas diferentes durante un rato. De vez en cuando hay que mirar al infinito. 

Este es un blog de reflexión sobre cosas bien hechas, y los consejos que doy suelen ser del tipo vete a ver esta película, o léete este cómic. Normalmente no voy más allá, pero hoy sí. Ha llegado el día. Este es mi consejo. Búscate un hobby. Ten pasión por una actividad que te permita invertir tiempo. Invertirlo, que no perderlo. Una afición de verdad, si puede ser creativa mejor, si puede ser colectiva mejor, si no hay techo, si siempre vas a poder seguir aprendiendo, MEJOR.

Tener un hobby es una cosa bien hecha.

Chicos, cada vez que me proponéis una de estas locuras hacéis una cosa bien hecha, me hacéis feliz.
Gracias a Dios me ocurre a menudo. 



He dicho unas cuantas veces que he hecho muchas cosas. Sí, muchas. Casi todas mal, es cierto, pero muchas. Y como dice Samuel “As que vales son as feitas” ¿queréis saber algunas de estas cosas? Vale.


He participado en musicales como músico, musicales que se han presentado delante de miles de personas. He compuesto canciones, las he grabado y las he interpretado en bares cutres y no tan cutres. He hecho un video clip, bueno, más bien lo han hecho con una canción mia. He firmado un contrato discográfico. He firmado unos cuantos discos. He tenido varios grupos de Rock, y he colaborado con otros tantos. He escrito cuentos y algo de poesía, incluso gané algún concurso en el instituto. He participado en congresos importantes de Atención Farmacéutica, como ponente y como parte del comité organizador. He formado a compañeros de profesión en sesiones presenciales. He colaborado en la creación de cursos a nivel nacional He publicado unos pocos estudios científicos en revistas importantes, aunque aún no lo he hecho en ninguna internacional. He participado en diferentes estudios científicos, en algunos casos como investigador principal y he firmado unos cuantos pósters presentados en congresos profesionales. He sido la voz de un anuncio de la radio, de niño. He participado como colaborador habitual en un programa de radio como divulgador de temas relacionados con la salud. He trabajado haciendo programas de Educación para la Salud enfocados a adolescentes y a madres y padres. He sido coautor de un libro que ha ganado varios premios. He escrito cuentos cortos, aunque todos bastante malos. He sido expositor en concursos caninos. He sido monitor de campamentos de verano. He grabado en la tele con una amiga cantautora. Y últimamente me ha dado por escribir un blog.