lunes, 29 de diciembre de 2014

En año nuevo me hago vegano.

El tiempo no tiene límites, no tiene puertas. Esa es una cuestión humana. Nos empeñamos en cuantizar la realidad para poder medirla, para poder contarla. Para cada cosa elegimos un “cuanto”. Para la luz elegimos los fotones, para la masa y el peso elegimos los gramos (al menos en España) para la temperatura los grados celsius. En en realidad todo esto una una especie de mentira arbitraria que nos hace pensar que la realidad viene cuantizada de fábrica. Nada más lejos de la realidad. El tiempo es un continuo. A cada momento le sigue otro, y a ese otro, otro más. Los ciclos que elegimos tratan de tener una lógica, pero, por qué el día tiene veinticuatro horas?, quién fue el gracioso que eligió que un segundo sea la sexagésima parte de un minuto y un minuto la sexagésima parte de una hora? No era más fácil basarnos en un sistema decimal? Bueno, pues está es una convención, un acuerdo al que hemos llegado para poder entendernos. Y está muy bien, claro. Pero no creamos que realmente el uno de enero comienza un nuevo ciclo natural con poderes especiales que renuevan tu yo interno y lo capacitan para hacer las cosas de otro modo, porque no es así. El uno de enero es un día totalmente arbitrario, podríamos elegir cualquier otro.

Los días claves en la naturaleza son los solsticios, que cada año ocurren en una fecha y una hora diferente. Nuestro sistema, aunque es muy bueno, no es perfecto.

Cuantizar el tiempo resulta útil. Ahora que se acercan las campanadas del reloj de la puerta del sol y a cada paso las uvas se hacen más gordas, todos nos ponemos a pensar cómo vamos a comenzar el año. Qué cosas nuevas nos esperan, qué vamos a cambiar de nuestra vida. Es una reflexión sana, lógica, diría que bonita y útil. Pero no esperes un milagro. El tipo de pelo revuelto, gafas caídas, ojos marrones y cierta tendencia a la paranoia existencial que tragará la uva número doce será el mismo que un segundo después bese a sus amigos deseándoles un feliz  año. Nada habrá cambiado. Mismo pelo, mismas gafas, misma paranoia. 

Todos hacemos algún tipo de balance. Unas veces de forma intencionada, y así hay personas que escriben en un lado los aciertos del año y en otro los errores; y otras veces lo hacemos así como sin querer fijarnos mucho. Es inevitable capitular a algún nivel. Todo a nuestro alrededor nos precipita a ello. En la tele ponen resúmenes del año, en las web culturetas, o de críticas están con las listas de “los 10 mejores nosequé de 2.014”, incluso las series hacen episodios remezclando los mejores momentos cual DJ, y por supuesto el Facebook nos dice que este ha sido un año maravilloso y pretende mostrarnos unas cuantas fotos bonitas (shut up! please). Y mientras comemos turrones, mazapanes, cantamos villancicos y nos acordamos de nuestros amigos ausentes vamos haciendo cuentas. - Debería volver a clase de guitarra- (este fue mi pensamiento de ayer). -El año que viene voy a estudiar más-, - El año que viene voy a hacer más deporte- y aquí llegan los PROPOSITOS DE AÑO NUEVO.

El problema es que esperamos que el año nuevo nos llene de sabiduría. Que enero nos ilumine con una nueva capacidad que antes no teníamos. Queremos que el tipo que besa a sus amigos y brinda con los primeros compases del año no tenga las gafas caídas, el pelo revuelto y que no tenga en su mochila las mismas cargas que el que tomó la primera uva. Así de absurdos somos. Nos encomendamos al año nuevo, a fuerzas que no conocemos, esperando que nos transformen, que nos hagan mejores por el mero hecho de desearlo. Qué ilusos! 

La realidad es que el año ha pasado. No volverá. Las oportunidades perdidas quedan perdidas, las malas decisiones han quedado tomadas. Las malas palabras no volverán a nuestra boca. No podemos deshacer lo hecho. Somos seres esclavos del tiempo, y no hay forma de que nos escapemos. El nuevo año vendrá diferente, con sus afanes, con sus historias, con sus cosas buenas y malas. Cómo comportarnos ante ellas depende de nosotros. No esperes resultados diferentes si sigues haciendo las mismas cosas. Los propósitos están muy bien, pero son objetivos y necesitas un plan para concretarlos.


Hay multitud de blogs con consejos: “10 pasos para cumplir tus propósitos de año nuevo”; “Año nuevo vida nueva con estos consejos”. Todo es nada. Son tonterías que a todos se nos ocurren: Que sean objetivos concretos, posibles, medibles, relacionados con tu día a día, ten un plan para lograrlos… muy bien, muy bien. Gracias por nada. Que cansado estoy de los bloggers que subestiman a sus lectores. No caeré en ese error. Ese no es el objetivo del blog, ni soy yo la persona indicada para subestimar a nadie porque soy el más pequeño de mis hermanos. 

Sólo quiero animaros a que os toméis un poco más en serio este rollo de los propósitos. Atreverse a cambiar algo de nuestra vida, algo que no nos gusta, algo que vemos mejorable es una valentía poco común en estos tiempos. Enfrentarnos a la verdad y querer mejorar. Hay algo más honrado? Es una acto de autorespeto, de autoconocimiento, de querer prosperar en el plano físico y en el metafísico. Querer cambiar la realidad que nos rodea empezando por cambiarnos a nosotros mismos. Los propósitos de año nuevo me gustan porque por una vez los seres humanos buscamos cambiar las cosas cambiando nuestro interior y no echándole la culpa al vecino, a las circunstancias o a Dios. Nosotros, el colectivo humano, es el que hace la realidad tal como es. Sí. Así es. Toda esta miseria que nos rodea proviene de nosotros mismos, y la única esperanza para que cambie para mejor es primero cambiar nuestro interior, cambiar nuestro corazón. Pero a nadie le interesa hablar de esto. Ni siquiera en Navidad. No es cool explicar que algo no funciona en el mundo y que ese algo somos nosotros mismos.
Ya me he puesto trascendente. En fin.

Resumen: Haz un autoexamen, toma medidas y mójate. Ve al fondo del asunto y si es lo que quieres, cambia tu vida. Si lo logras será una cosa bien hecha.








Os dejo una canción de un buen amigo que, además de buen amigo, es un gran músico. Durante algún tiempo compartimos proyecto musical y después hemos trabajado juntos esporádicamente. Hace unos años sacó un disco y lo presentó con este sencillo que me viene tan al pelo.



Os deseo un feliz, próspero y mejor 2.015, lleno de cosas bien hechas, y de propósitos cumplidos.
Por mi parte en año nuevo me haré vegano.






jueves, 11 de diciembre de 2014

Una historia con diferentes capas de realidad.

Cansado de la inercia de la vida, de las malas noticias, de los sustos, del quehacer diario… necesito desconectar. Pensar en algo más elevado o en algo más trivial que el mundo que me rodea, algo que sobrepase mis circunstancias personales, finitas, ínfimas, puntiformes. Necesito soltar la mochila que llevo durante unas horas, sin intención de dejarlas abandonadas. Solo quiero coger algo de aire, respirar tranquilo, respirar profundo, recuperar fuerzas y volver al mundo.
¿Qué mejor que ir al cine?
Los universos paralelos, la teoría de los multiversos, la realidad múltiple, la realidad por capas, los agujeros negros y los agujeros de gusano, las nuevas realidades provocadas por los viajes en el tiempo, los mundos más allá o los mundos venideros. Todas ideas geniales harto desarrolladas por la ciencia ficción. 

¿Qué hay de especial en hablar de realidades que no vemos? Las multidimensiones, los seres que puedan vivir en otro plano de existencia, realidades más allá de lo que para nosotros es tangible. Hay algo atrayente en esa idea. Tal vez porque tenga algo de cierta.

Supongo que ya sabéis de qué voy a hablar. Se acaba de estrenar una película de uno de mis directores favoritos, que además transcurre en un futuro distópico, que además tiene un toque cowboy a lo FireFly, que además en la trama la teoría de la relatividad de Einstein y la curvatura del espacio-tiempo debida a la masa tiene un papel relevante. Además el protagonista es mi histriónico amigo Mathew McConaughey, hay naves espaciales y realidades alternativas, agujeros de gusano, agujeros negros, se ven los aros de saturno…. En fin , está claro que estoy hablando de Interestellar.

El Sr Nolan nos presenta un mundo en el que la tierra se ha vuelto contra la humanidad, las plagas han diezmado la comida y los campos son áridos hasta el punto en el que todo es polvo. Todos los recursos se gastan en los cultivos, ya no hay ejercito, ni desarrollo tecnológico (hay tecnología, pero no investigación) y el futuro de la humanidad en la tierra se ha vuelto incierto.

Es una película brillante y extraña. Una invitación a la reflexión sobre nuestra propia naturaleza, sobre la base del conocimiento humano, sobre lo que para nosotros es constante, pero puede no serlo. Nos invita a soñar con una realidad multidimensional, más allá de nuestras cuatro dimensiones. La película logra situarte en esos puntos de tu vida donde has vivido algo extraño, algo que se escapa a tu compresión. Una luz donde no debía haberla, unos pasos en un sitio vacío… destellos de una dimensión que no conocemos. Nolan siempre jugando con la idea de la percepción, de los mundos oníricos y de la limitación de la naturaleza en la que vivimos.
En Memento nos enseño que hay cosas que olvidamos porque queremos olvidarlas. Nos explicó que con tal de autosatisfacernos somos capaces de mentirnos, nos dijo que no tenemos más memoria que la que queremos tener. 




En Origen puso en duda el tejido de la realidad, ¿tienes tu Totem? Pues ya estas tardando. El juego de los sueños vívidos, la idea que nace en lo más profundo del subconsciente, que se arraiga y da frutos en otra capa de realidad. Por que al final, la realidad es una capa de realidad más, y tal vez seamos proyecciones de un ser superior que sueña y que un día se despertará.
¿Habéis visto Dooglebug? (puedes verlo aquí) Es el primer corte de este cineasta, dura tres minutos y está en YouTube. Aquí ya empieza a jugar las diferente capas de la realidad, con la percepción, con el miedo a lo desconocido. Tres minutos de desconcierto, de incomodidad. Tres minutos en los que le protagonista es plenamente consciente de que lo que ocurre no puede estar ocurriendo. Algo está mal, algo no encaja, y hay que tomar medidas drásticas para deshacerse del bicho imposible. Aunque esto tenga consecuencias terribles.
Me gusta cuando un artista reinterpreta las mismas ideas una y otra vez. Es una firma, un sello de identidad. Christofer nos muestra sus obsesiones, las limitaciones de la percepción, las capas de realidad, la obsesión de los escritores por la palabra escrita (eso se ve muy bien en Memento y también en Insomnio aunque aquí Nolan no contribuyó a la historia), los conflictos temporales, las historias no lineales, los personajes obsesivos… Es la misma historia de base, pero cada vez la cuenta mejor. Los mismos personajes pero cada vez más completos y complejos. Y una trama profunda que siempre termina por sorprenderme. Siempre es un placer dejarse llevar por su imaginación, acaba trasladándonos a lugares comunes, tantas veces recorridos, pero tan diferentes cada vez.
Interestellar tiene un tempo pausado, tanto que te invita a adelantarte a los acontecimientos. Todo el rato estás intuyendo qué va a ocurrir dentro de tres minutos, y eso crea en el espectador una tensión tremenda, y luego una sensación de autosatisfacción.
Una factura perfecta, unos efectos espectaculares, pero bueno… con 165 millones de presupuesto no me extraña demasiado. Una fotografía muy cuidada, una sensación de gravedad cero perfecta, y eso que Gravity había dejado el listón muy alto.

En definitiva, Interestellar es una película bien hecha, y vale la pena verla. Eso si, busca una buena sala, con buen sonido, con una gran pantalla y asientos cómodos. Compra un buen bol de palomitas si no quieres terminar mordiéndote los dedos y no bebas demasiado, no querrás perderte ni un minuto. Y antes de ir, léete la explicación de la teoría de la relatividad de Einstein tal como la explica el Dr. Hawking. Puedes comprar el libro aquí.
Una curiosidad más. Si ya has visto la peli, busca el cómic Absolute Zero guionizado por el propio Nolan y descubrirás la historia del Dr. Mann