Cansado de la inercia de la vida, de las malas noticias, de
los sustos, del quehacer diario… necesito desconectar. Pensar en algo más
elevado o en algo más trivial que el mundo que me rodea, algo que sobrepase mis
circunstancias personales, finitas, ínfimas, puntiformes. Necesito soltar la
mochila que llevo durante unas horas, sin intención de dejarlas abandonadas.
Solo quiero coger algo de aire, respirar tranquilo, respirar profundo,
recuperar fuerzas y volver al mundo.
¿Qué mejor que ir al cine?
Los universos paralelos, la teoría de los multiversos, la
realidad múltiple, la realidad por capas, los agujeros negros y los agujeros de
gusano, las nuevas realidades provocadas por los viajes en el tiempo, los
mundos más allá o los mundos venideros. Todas ideas geniales harto
desarrolladas por la ciencia ficción.
¿Qué hay de especial en hablar de
realidades que no vemos? Las multidimensiones, los seres que puedan vivir en
otro plano de existencia, realidades más allá de lo que para nosotros es
tangible. Hay algo atrayente en esa idea. Tal vez porque tenga algo de cierta.
Supongo que ya sabéis de qué voy a hablar. Se acaba de
estrenar una película de uno de mis directores favoritos, que además transcurre
en un futuro distópico, que además tiene un toque cowboy a lo FireFly, que
además en la trama la teoría de la relatividad de Einstein y la curvatura del
espacio-tiempo debida a la masa tiene un papel relevante. Además el
protagonista es mi histriónico amigo Mathew McConaughey, hay naves espaciales y
realidades alternativas, agujeros de gusano, agujeros negros, se ven los aros
de saturno…. En fin , está claro que estoy hablando de Interestellar.
El Sr Nolan nos presenta un mundo en el que la tierra se ha
vuelto contra la humanidad, las plagas han diezmado la comida y los campos son
áridos hasta el punto en el que todo es polvo. Todos los recursos se gastan en
los cultivos, ya no hay ejercito, ni desarrollo tecnológico (hay tecnología,
pero no investigación) y el futuro de la humanidad en la tierra se ha vuelto
incierto.
Es una película brillante y extraña. Una invitación a la
reflexión sobre nuestra propia naturaleza, sobre la base del conocimiento
humano, sobre lo que para nosotros es constante, pero puede no serlo. Nos
invita a soñar con una realidad multidimensional, más allá de nuestras cuatro
dimensiones. La película logra situarte en esos puntos de tu vida donde has
vivido algo extraño, algo que se escapa a tu compresión. Una luz donde no debía
haberla, unos pasos en un sitio vacío… destellos de una dimensión que no
conocemos. Nolan siempre jugando con la idea de la percepción, de los mundos
oníricos y de la limitación de la naturaleza en la que vivimos.
En Memento nos enseño que hay cosas que olvidamos porque
queremos olvidarlas. Nos explicó que con tal de autosatisfacernos somos capaces
de mentirnos, nos dijo que no tenemos más memoria que la que queremos tener.
En
Origen puso en duda el tejido de la realidad, ¿tienes tu Totem? Pues ya estas
tardando. El juego de los sueños vívidos, la idea que nace en lo más profundo
del subconsciente, que se arraiga y da frutos en otra capa de realidad. Por que
al final, la realidad es una capa de realidad más, y tal vez seamos
proyecciones de un ser superior que sueña y que un día se despertará.
¿Habéis visto Dooglebug? (puedes verlo aquí) Es el primer corte de este
cineasta, dura tres minutos y está en YouTube. Aquí ya empieza a jugar las
diferente capas de la realidad, con la percepción, con el miedo a lo
desconocido. Tres minutos de desconcierto, de incomodidad. Tres minutos en los
que le protagonista es plenamente consciente de que lo que ocurre no puede
estar ocurriendo. Algo está mal, algo no encaja, y hay que tomar medidas
drásticas para deshacerse del bicho imposible. Aunque esto tenga consecuencias
terribles.
Me gusta cuando un artista reinterpreta las mismas ideas una
y otra vez. Es una firma, un sello de identidad. Christofer nos muestra sus
obsesiones, las limitaciones de la percepción, las capas de realidad, la
obsesión de los escritores por la palabra escrita (eso se ve muy bien en Memento
y también en Insomnio aunque aquí Nolan no contribuyó a la historia), los conflictos temporales, las historias no lineales,
los personajes obsesivos… Es la misma historia de base, pero cada vez la cuenta
mejor. Los mismos personajes pero cada vez más completos y complejos. Y una
trama profunda que siempre termina por sorprenderme. Siempre es un placer
dejarse llevar por su imaginación, acaba trasladándonos a lugares comunes,
tantas veces recorridos, pero tan diferentes cada vez.
Interestellar tiene un tempo pausado, tanto que te invita a
adelantarte a los acontecimientos. Todo el rato estás intuyendo qué va a
ocurrir dentro de tres minutos, y eso crea en el espectador una tensión
tremenda, y luego una sensación de autosatisfacción.
Una factura perfecta, unos efectos espectaculares, pero
bueno… con 165 millones de presupuesto no me extraña demasiado. Una fotografía
muy cuidada, una sensación de gravedad cero perfecta, y eso que Gravity había
dejado el listón muy alto.
En definitiva, Interestellar es una película bien hecha, y
vale la pena verla. Eso si, busca una buena sala, con buen sonido, con una gran
pantalla y asientos cómodos. Compra un buen bol de palomitas si no quieres
terminar mordiéndote los dedos y no bebas demasiado, no querrás perderte ni un
minuto. Y antes de ir, léete la explicación de la teoría de la relatividad de
Einstein tal como la explica el Dr. Hawking. Puedes comprar el libro aquí.
Una curiosidad más. Si ya has visto la peli, busca el cómic Absolute Zero guionizado por el propio Nolan y descubrirás la historia del Dr. Mann
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